domingo, 17 de marzo de 2013

Balas de racimo

Me di cuenta que la vida iba en serio el mismo momento en que estuve a punto de perderla. EStaba tan cansada que casi pensar en cerrar los ojos y no abrirlos más se convertia en el único deseo de mi vida.Me conocía lo suficiente para ir directamente a golpear ese puento de equilibrio que una vez roto producia un estallido irreparable. Siempre me prometia no dejar nunca más que me hiciera bailar en un plato. Pero no conseguia cumplir mi promesa. Aquel dia cuando note su dedos fuertes en mi cuello, crei que todo habia llegado a su fin y sentí alivio. Todo se iba a acabar y no volveria a sentir aquel miedo ni aquellos escalosfrios. Cuando abrió la mano y volví a recuperar mi sentido, me derrumbe. Siempre me hacia sentir que aquello era culpa mia. y me dolia mas el haberme expuesto otra vez inutilmente creyendo que los días o dios o la sumisión le harian cambiar y ver. Nunca fue asi. No le mordian las horas, me mordian a mi. La memoria y la vida le fue poniendo una camisa de fuerza que le achicaba el cuerpo y ligeramente el miedo le envolvia. Pero ya nadie podria recuperar aquellas partes de mi inocencia que se convirtieron en astillas y se perdieron en el espacio y por el vagan buscandome sin advertir que ya no soy ni la sombra de lo que fuí.

viernes, 15 de marzo de 2013

tapón

SE me acumulan tantas veces dos palabras en la boca que los labios acaban por dolerme. SE produce un tapón cuando pones tus manos en ellos y no es una caricia sino un dique y desde el lugar donde nace se resiente y otras palabras se agolpan sin poder partir. A veces las mezclo con hidrógeno y oxígeno en la proporción de dos a uno y las dejo verter al exterior, pero tu no las escuchas. Solo cuando aparecen a través de la piel y me acaricias dejan de doler.

jueves, 7 de marzo de 2013

silbando sigo

La vi aparecer y levantaba un brazo para señalarse, venia acompañando a los rayos de luz del mes de julio y solo podia ver su silueta. Habiamos quedado en conocernos al mediodia, cuando el calor produce más sed y el vino se convierte en sudor que enfria la piel a mares de agua. Ya tuve la sensación de perseguirla mientras yo caminaba delante. Desde lejos y desde la vista de mis ojos miopes verla me tranquilizo. Y solo porque a primer golpe de vista entreveía que no tendriamos nada en común. Y ahora que mantengo durante días el sabor de su boca en la mía, aún me sorprendo de ello. Quise tener la certeza de que no volveriamos a vernos. Mi traje de lata latió más bronco y la horma se estrecho en torno a mi piel. Toda la catarata de lágrimas que se habian acumulado desde meses antes, toda la represa que no habia encontrado cauce a medida se rompió y hablamos durante cinco horas. No estaba Mario. fueron cinco horas de volver a vivir, de palabras desatadas. Y deje romper la presa porque tuve la seguridad de que no volveriamos a vernos. El no me gusto fue el espejo del tal vez no le guste a ella. Fue el traje de estaño bruñido con el que me reflejo, me consuelo y me engaño. Cuando se marchaba ya tuve el primer deseo de besarla, pero no. Tiempo despues me enseño a dejarme besar. Y yo segui corriendo delante con la sensacion de perseguirla desde atrás. Aquella tarde al despedirnos le recorde que silbara cuando quisiera de mi y aún sigo sorprendida cuando escucho su silbido corto y continuo. No es silbido ya, es banda sonora. Silbando sigo. Silbame.

viernes, 1 de marzo de 2013

Navegar sin verde

ERa una tarea inmensa, un largo camino de agua dulce para navegar por ella. Las manos estaban áridas, secas, cortadas de un viento reseco que golpeaba contra su piel. Las dolía, las raspaba con frío y tozudez. Sin embargo no era tan fuerte como para empujar las velas. Pasaban los minutos y la barca avanzaba lenta como la noche que se acercaba. La luz del sol avioletaba el agua y sus labios y la desesperanza verde oscura ennegrecia el rio. Temblaba sin ganas de temblar y ansiaba llegar a la orilla o no hacerlo, todo podia suceder. No resultaba cómodo aquel circuito y sin embargo era imprescindible continuar aunque fuera blandamente. Y en ese precioso instante en que soltaba las manos de los remos aparecieron pajaros de plumas irisidas y triangulaban el cielo por encima de su cabeza blanca. Aquel piar la despertó. Siempre llegan noticias del cielo diez minutos antes de que todo se derrumbe. Se irguio, giro su cabeza y reconoció las ondas del camino andado. Diez minutos antes todo estaba hundido. Y sin pensarlo mucho permitió que desde sus vísceras se rodaran hacia sus ojos remolinos de palabras blancas y una tenue luz amarilla calentó su cuerpo. La mirada encendió luces de cruce y comenzo a remar.